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El gobierno del MAS y los socialistas revolucionarios

 

Evo Morales inició la presidencia en medio de enormes expectativas populares. Muchos lo votaron con la esperanza de que nacionalice el gas y cumpla sus demandas,y como alternativa a los políticos tradicionales de la burguesía; pero a pesar de las promesas electorales y los gestos simbólicos de estas primeras semanas de gobierno, el MAS no se propone iniciar genuinas transformaciones, sino gestionar algunos limitados cambios en una “democracia reformada” buscando el acuerdo con los empresarios, terratenientes y transnacionales. Por este camino no pueden satisfacerse las demandas obreras y populares ni sacar al país del atraso, la pobreza, la miseria y la subordinación al imperialismo.

De las promesas a los actos

Más allá de algunos anuncios de valor simbólico, como el recorte del sueldo presidencial y las dietas parlamentarias, y del giro en la política hacia la coca -cuestionado por EE.UU.- los actos de gobierno de las primeras semanas reafirmaron el respeto a la “estabilidad macroeconómica” y la “seguridad jurídica” (es decir, a las reglas de juego del mercado impuestas por el neoliberalismo). Ante la enorme crisis del LAB, Evo Morales apenas instruyó una “intervención preventiva” cuando lo que correspondía era la inmediata nacionalización.

La política petrolera apunta a renegociar los contratos de la entrega del gas con las transnacionales y aunque logre finalmente mayores impuestos y cierta intervención estatal apoyada en la reconstrucción de YPFB, la “parte del león” seguiría en manos del capital extranjero. Esta es la lógica de la “asociación estratégica” que se busca con Petrobras. Mientras, el gobierno continúa el proceso de privatización del estratégico yacimiento de hierro de El Mutún.
Evo habló de distribución de tierras, pero asegurando que no se tocará las grandes propiedades “productivas” del Oriente, con lo que no pueden satisfacerse las necesidades de tierra y territorio.

Aunque habla de salir de la “libre contratación”, el gobierno rechazó la posibilidad de elevar el salario básico a 1.500 Bs. y ofreció un mezquino 7% a los maestros y trabajadores de salud.

El MAS deriva todas las demandas y expectativas de cambio a la futura Asamblea Constituyente, pero su proyecto de convocatoria busca el “consenso” con las élites empresariales y limita la libre expresión de las aspiraciones populares.

Un gobierno para contener a los movimientos sociales y colaborar con empresarios y transnacionales

Este rumbo del gobierno no es casual. El MAS capitalizó electoralmente los deseos de cambio populares y el apoyo de muchos “movimientos sociales”; pero para subordinarlos a un programa de reformas que no ofrece verdaderas soluciones a los grandes problemas nacionales y a las demandas obreras, campesinas y originarias.

El MAS sigue una estrategia reformista de colaboración de clases con los empresarios y el capital extranjero para desarrollar un “capitalismo andino”. Pero esto lleva a diluir las demandas populares al mínimo para no romper con la burguesía y lograr bloques con sus representantes “progresistas”, como Del Granado (el alcalde de La Paz que “cohabitó” con el MNR y aplica los planes del BID), los “pequeños empresarios”, las ONG ligadas a la iglesia y al imperialismo, etc.

El triunfo electoral del MAS hubiera sido muy difícil sin los cinco años de intensa movilización de masas, desde la “Guerra del Agua” al levantamiento de Octubre y las Jornadas de Junio pasado. Pero ante ellos el MAS actuó frenando la movilización y sosteniendo la “continuidad constitucional” para bloquear el desarrollo del proceso revolucionario, siempre en nombre de “pasar de la protesta a la propuesta” dentro de los marcos del orden existente.

Apoyo internacional a la “moderación” de Evo

No es casual entonces que gobiernos imperialistas como el de Francia (propietaria de Total y Aguas del Illimani) y España (dueña de REPSOL, SABSA y otras) combinen “amistosas” presiones con promesas de ayuda, frente a un gobierno que promete respetar sus transnacionales y les pide nuevas inversiones. Los vecinos Lula y Kirchner, por su parte, esperan que Evo contenga ese foco de convulsiones revolucionarias que es Bolivia, mientras como abogados de Petrobras y REPSOL, aspiran a hacer mayores negocios con su gas. En cuanto a Estados Unidos, aunque ejerce por abajo presión recortando su “ayuda” y reclama continuar la política de erradicación de la coca, también mantiene una actitud negociadora, como mostró el llamado personal de Bush a Evo para felicitarlo o la cautela del embajador Greenlee en sus declaraciones.

Cuando las frases no alcanzan...

El contundente triunfo electoral le permitió al MAS iniciar su gobierno con amplia legitimidad política, pero ésta no es suficiente para extender indefinidamente la “luna de miel”, que le da a Evo una popularidad del 75% en las encuestas. Sólo con gestos no puede mantenerse el equilibrio ante las presiones contrapuestas de la burguesía y el imperialismo, que esperan controlar o “domesticar” a Evo para que su gobierno se mantenga claramente en los marcos del neoliberalismo, como Lula en Brasil; y las expectativas de un movimiento de masas activo y que espera respuestas. Por ahora Evo cuenta con importantes márgenes de maniobra, que por ejemplo le permitieron lograr que los cocaleros del Chapare asuman su política de “autocontrol” con un cato de coca por afiliado o las hasta ahora “pacíficas” negociaciones con Petrobras y otras petroleras; pero no podrá evitar que comiencen a acumularse nubes de tormenta en su horizonte, como muetsra la puja abierta en torno a la Constituyente Bajo la superficie siguen hirviendo “a fuego lento” las contradicciones de la profunda crisis nacional, de las que se nutre el proceso revolucionario iniciado en Octubre. Así, comienzan a reemerger tensiones; por derecha, contra el proyecto oficial para la Constituyente, las fricciones con los yanquis o las protestas empresariales por la intervención al LAB; y por izquierda, con las primeras muestras de impaciencia en sectores campesinos, el magisterio y otros.

Es por eso que Evo y el MAS, preventivamente, agitan el fantasma de la “conspiración” para justificar su política al mismo tiempo que atacan no a los terratenientes y las transnacionales... sino a los sectores sindicales y de izquierda que comienzan a cuestionarlos.

¿Qué posición política ante el gobierno de Evo Morales?

Aunque se presente como un “gobierno popular”, el gobierno de Evo y el MAS no expresa los verdaderos intereses de los trabajadores, los campesinos pobres, los indígenas oprimidos. Los ministros de origen sindical o indígena no están allí para representarlos, sino para servir de “correa de transmisión” de la gestión del Estado burgués ante los “movimientos sociales”.

Por todo ello, los socialistas revolucionarios planteamos no brindar apoyo político al gobierno y desarrollar la movilización y autoorganización obrera y popular independiente.

Aún en el caso de que se viera obligado a tomar alguna medida de corte nacionalista, nos ubicamos en el mismo terreno de lucha de las masas, contra la reacción, pero sin apoyar políticamente al gobierno y sin dejar de luchar por una estrategia de poder obrero y campesino. Levantamos un programa que una las demandas más sentidas a una respuesta de clase a los grandes problemas nacionales, como la efectiva nacionalización del gas, la tierra y el territorio, la Asamblea constituyente, y apunte a la conclusión de que sólo tomando el conjunto de los problemas en sus propias manos, obreros y campesinos podrán derrotar a las fuerzas de la reacción y al imperialismo e imponer una salida propia a la crisis nacional.

Una tarea estratégica en el próximo período será contribuir a la reorganización de la clase trabajadora para que ésta, uniendo sus filas y conquistando la más amplia independencia política respecto al orden establecido, se prepare para dirigir la alianza obrera, campesina y popular necesaria para terminar con la dominación imperialista y las clases dominantes nativas.

Es en esta perspectiva que la vanguardia obrera tendrá que discutir como hacer que los trabajadores pesen en la vida nacional, construyendo una expresión política obrera independiente, cuestión crucial pues un partido obrero, socialista y revolucionario con influencia de masas es imprescindible para triunfar.

Desde Palabra Obrera nos ponemos a disposición de esta lucha, reafirmando la convicción de que sólo un gobierno obrero, campesino y originario, basado en las organizaciones de las masas y en la movilización, podrá garantizar íntegramente la resolución de las tareas agrarias y democráticas y abrir el camino a una Bolivia socialista.



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