El mismo día que los trabajadores del TEA iniciaban su lucha, el presidente Evo Morales visitaba ORBOL y declaraba su “satisfacción al encontrar empresarios honestos, exportadores”, avalando la supuesta “armonía” entre el esfuerzo y los intereses de los obreros y los empresarios, “unidos para exportar”.
¿Cual es la realidad en el ramo de joyería en oro y plata, que tanto entusiasma a Evo?
El sector viene haciendo crecientes exportaciones a Estados Unidos al amparo de la ATPDEA (Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de las Drogas), llegando a facturar más de 55 millones de dólares por año en ventas al exterior.
Las exportaciones de joyería comprenden una gran variedad de piezas: anillos, aretes, dijes, brazaletes, cadenas, etc. y en los últimos años también se comenzó a exportar joyas con piedras preciosas y semi-preciosas.
Este gran negocio está en manos de tres grandes empresas: Exportadores Bolivianos SRL, Orbol SA y Karim Import Export Ltda. El sector está concentrado en La Paz y emplea a unos 2.000 trabajadores directamente, pero además de los trabajadores empleados en las tres grandes empresas, hay numerosos “talleres satélites”, subcontratistas que trabajan para ellas, donde hay más de mil trabajadores.
Exportadores Bolivianos SRL es la mayor empresa, con exportaciones superiores a 39,5 millones de dólares en el año 2004 y un volumen de 7,3 toneladas. Pertenece a la firma Aurafin Oroamerica - LLC, que sería de capitales norteamericanos. Está entre las 30 empresas más grandes de Bolivia por facturación, empleo y ganancias, y hace un tiempo amplió operaciones con una nueva planta especializada en manufactura de casting de plata, empleando a más de 750 trabajadores regulares.
Además, en El Alto cuenta con unos 16 talleres a los que deriva diversas operaciones de fabricación, como el TEA, distribuidos en zonas como Senkhata, Villa Adela, Río Seco, etc.
El principal ejecutivo de EB, Eduardo Bracamonte V., declarado “ejecutivo del año” por la revista burguesa Nueva Economía, acaba de ser nombrado presidente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb) y es un entusiasta impulsor del TLC con Estados Unidos, sin dejar de reclamar siempre una mayor “flexibilización, incentivar la productividad y competitividad del trabajador”, como si no fuera suficiente con los salarios de hambre y las condiciones de explotación que ha impuesto en su empresa.
Allí, los trabajadores rara vez ganan más de 750 Bs. al mes y deben soportar un régimen de terror que ha hecho que hasta la palabra “sindicato” esté prohibida, con diversos y constantes abusos, como en las revisiones por la “Seguridad” donde se ha llegado a obligar a obreros y obreras a desnudarse.
Para aumentar aún más sus jugosas ganancias, estos “empresarios modelo” montan y subcontratan a distintos talleres parte de las operaciones que más mano de obra consumen, abaratando aún más los costos salariales, burlando las leyes y desentendiéndose de la estabilidad laboral.
Así, las condiciones laborales en estos talleres son aún peores. Los obreros trabajan a destajo, cobrándo entre 300 y 400 Bs. y a veces menos. Si por cualquier motivo no llegó materia prima, los trabajadores simplemente no cobran.
No se respeta la jornada de 8 horas y no se reconoce el pago por horas extras. En algunos talleres ni siquiera hay horario de almuerzo y es frecuente que los trabajadores sufran anemia y otras enfermedades, sin recibir ningún tipo de atención médica. A cualquier reclamo o intento de organización se responde con despidos.
Según se comenta entre los trabajadores, ahora los empresarios del ramo y en particular Exportaciones Bolivianas, temerosos de que un posible fin de la APTDEA recorte sus jugosas ganancias, estarían planeando mudar parte de sus operaciones al Norte de Chile, para aprovechar el TLC que éste país firmó con Estados Unidos. La mayor parte del trabajo seguirá haciéndose en Bolivia con el oro y la plata bolivianos, y con la mano de obra nacional, pues los miserables salarios que pagan aquí son el “secreto” de sus jugosas ganancias. Sin embargo, usarán este argumento para superexplotar aún más a los obreros y quizás, arrojar a muchos a la calle.
Entre los trabajadores se vienen discutiendo la necesidad de unirse y organizarse desde abajo para poner freno a tanta explotación y hacer respetar sus derechos. Poner en pie sindicatos combativos, democráticos e independientes de los empresarios, será la única forma de parar estos ataques y abusos y defender la estabilidad laboral.