El gobierno francés tuvo que ceder ante el movimiento de masas derogando el CPE (Contrato de Primer Empleo), un intento de precarizar el trabajo de los jóvenes de menos de 26 años, recortando sus derechos y permitiendo echarlos sin indemnización. Se logró un primer triunfo ¡Hay que ir por más!
Después de casi dos meses de lucha, con ocupaciones de universidades, manifestaciones de millones, bloqueos de carreteras, fábricas o aeropuertos, el gobierno, que quiso mostrarse inflexible, debió retroceder en algo para intentar aplacar al movimiento.
Millones en las calles decían “No a la esclavitud”, “El CPE es para los patrones”, y, aunque parcial, obtuvieron un triunfo. El movimiento, pese a estar encabezado por los estudiantes, está centrado en la lucha contra la flexibilización laboral.
Como es evidente, los contratos precarios para jóvenes atacan al conjunto de la clase trabajadora, porque los patrones comenzarán a utilizar jóvenes precarios y despedir a “viejos” con contrato a tiempo indeterminado.
En las calles se condenaba al gobierno, que ha demostrado que es impotente para gobernar.
Se reclamaba la huelga general: en centenares de asambleas de trabajadores, de delegaciones sindicales y de asambleas estudiantiles se votó esta moción. Si el gobierno no cayó, se lo debe agradecer a la burocracia sindical y a los partidos reformistas (Socialista y Comunista) que trataron de dejar a su suerte al movimiento de los jóvenes y frenaron una mayor movilización de la clase obrera, negándose a impulsar la huelga general.
Pero hoy la juventud y los trabajadores de Francia están moralizados. Esto puede empujar a los trabajadores a luchar por sus demandas más sentidas, cuestión que seguramente contará con la simpatía de los estudiantes. Una nueva generación militante, que hizo una gran experiencia de lucha entra por la puerta grande a la escena política.
Por más que intenten disimularlo, los que perdieron son el trío gobernante Chirac-Villepin-Sarkozy.
Si bien no se alcanzó el conjunto de lo que pedía el movimiento, este es un primer triunfo parcial para los estudiantes y trabajadores después de largos años. Pero lo más importante es la lección que deja: que a un gobierno imperialista se le puede torcer el brazo con la lucha. Si el gobierno y su partido (el UMP) venían de perder tres elecciones consecutivas y lejos de cambiar el rumbo, lo profundizaban, esta vez, con movilizaciones, huelgas, ocupaciones, se hizo que dieran marcha atrás con una “Ley de la República”.
Que el gobierno francés se haya visto obligado a retirar el CPE tiene valor a nivel internacional, ya que Francia es uno de los principales países imperialistas, y pilar de la Unión Europea. El mito del “modelo social francés” supuestamente más protector de los trabajadores comparado al “modelo angolasajón” o “americano” perdió su “prestigio”, con millones en las calles repudiando la explotación a la francesa.
Así como el gobierno guerrerista de Bush se ve acosado por las movilizaciones de inmigrantes, el gobierno francés, que se jactaba de no participar en la guerra de Irak (pero sí en decenas de intervenciones imperialistas, como Afganistán y Costa del Marfil) está acosado por la lucha de los estudiantes y trabajadores.
Un régimen agonizante
La situación desnuda la crisis del régimen de la Vª República y el deterioro de sus partidos, tanto de la derecha tradicional, como de la izquierda reformista que siempre fue un garante de la estabilidad, mientras el imperialismo francés podía dar ciertas concesiones a los trabajadores en la época de posguerra. Pero hoy Francia ya no es una potencia colonial, perdió influencia en regiones como Medio Oriente o Europa del Este, su rol en Europa se ha debilitado y la metrópolis tiene en sus ciudades millones de inmigrantes o hijos de inmigrantes, que, con justa razón, se sienten marginados en la Francia actual (como se expresó de forma distorsionada en la reciente revuelta de las banlieues).
Sin embargo, este régimen en decadencia venía propinando derrotas a los trabajadores. La imponente lucha contra el CPE cambió la tendencia. Entramos a una nueva etapa en la cual las decadentes instituciones de la burguesía francesa están a la defensiva frente a un movimiento de masas moralizado que ha demostrado que puede ir mucho más lejos, y sobre el cual tienen escaso control los debilitados PS y el PCF así como las viejas organizaciones sindicales burocráticas, divididas y que encuadran sólo a una pequeña parte de los trabajadores.
Para continuar la lucha
Ahora, el gobierno intenta tomarse un respiro mientras la “oposición” socialista vuelve a intentar llevar adelante una campaña electoral “normal”. Pero el poder ha cedido y los trabajadores y estudiantes lo saben.
El régimen UMP-UDF-PS-PCF-Verdes no da para más, la vanguardia obrera debe plantear una alternativa de clase a la agonía de la V República.
Para ello, debe levantar la lucha por una plan obrero, que combata la desocupación que afecta a millones mediante el reparto de las horas de trabajo entre todos los brazos disponibles, con semanas de trabajo de no más de 30 horas y un salario igual a la canasta familiar; la renacionalización de todos los servicios públicos, hoy privatizados, sin indemnización y bajo control de los trabajadores y los usuarios populares; una reforma urbana radical, junto a un gran plan de viviendas nacional, pagado con impuestos a las grandes fortunas para garantizar vivienda para todos; el acceso a la escuela y a la universidad para todos y por becas sustanciales para los hijos de las familias obreras, con el cogobierno de docentes-trabajadores y estudiantes; para unificar a los trabajadores hay que luchar por la legalización inmediata de todos los inmigrantes.
Organizarse desde abajo
Hay que desarrollar y fortalecer las organizaciones democráticas de los trabajadores y estudiantes como la Coordinadora Nacional, para preparar la huelga general hasta derrotar al gobierno. Los centenares de organizaciones de base que votaron la huelga general pueden y deben organizarse ya.
Desde allí se puede lanzar un llamado al conjunto de los trabajadores para imponerles la huelga general a los burócratas sindicales, para terminar con el reaccionario gobierno de Chirac-Villepin-Sarkozy y todos los políticos e instituciones antiobreras de la podridas Vª República, y abrir el paso al único gobierno que puede resolver los problemas profundos de la Francia obrera y popular: un gobierno de los trabajadores.
La llamada “extrema izquierda” no estuvo a la altura de los acontecimientos. La LCR (Liga Comunista Revolucionaria) llamaba a la “huelga general” pero jamás hizo una moción por imponérsela a los burócratas sindicales. LO (Lucha Obrera) se limitó a seguir a las centrales sindicales. Pero ambos tienen miles de abnegados militantes obreros y estudiantes y podrían crear una importante corriente por coordinación y la huelga general en centenares de fábricas, oficinas y escuelas.
Es necesario un bloque inmediato de los partidos y tendencias que se reclaman trotskistas en Francia, para actuar en común frente a la crisis (no sólo contra el gobierno sino contra la claudicación de los sindicatos y la “izquierda plural”) en la perspectiva de abrir la discusión sobre el programa y los métodos para construir un gran partido revolucionario trotskista francés”.