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Histórico 1º de mayo en Estados Unidos

Millones se movilizaron en el corazón del imperialismo

 

Este 1º de mayo multitudes de inmigrantes de trabajadores inmigrantes, latinos en su mayoría, recorrieron más de 70 ciudades de Estados Unidos manifestando una vez más contra la política anti-inmigratoria.
Los organizadores llamaron a una “jornada sin inmigrantes”, apelando a no asistir al trabajo -un llamado al paro que se cumplió en numerosas empresas- y a no consumir (un boicot comercial). En México y otros países el 1º de mayo incluyó la solidaridad con la protesta de los inmigrantes, incluso el boicot a empresas norteamericanas.

Este fue un nuevo e importante paso del proceso de movilizaciones iniciado el 25 de marzo contra una reaccionaria ley migratoria -conocida como HR 4437 y aprobada en la Cámara de Diputados- que convierte el cruce ilegal de la frontera en un crimen (hasta ahora sólo una infracción civil), aumenta la militarización de la frontera con México (y sin decirlo, alienta a los racistas que vigilan la frontera escopeta en mano.

Las organizaciones obreras, populares y de izquierda de América Latina debemos apoyar la lucha de los trabajadores inmigrantes, que representan un sector importante de nuestro aliado estratégico -la clase trabajadora de los Estados Unidos- enfrentando al imperialismo, nuestro común enemigo, y el triunfo de los inmigrantes sería un duro golpe para el gobierno de Bush.

Millones a la sombra de la explotación

Los millones de inmigrantes ilegales que viven hoy en Estados Unidos sufren una brutal opresión y explotación. Desde su llegada a la “tierra prometida” deben enfrentar la persecución de la policía migratoria, el Estado, patrones abusadores y el racismo en una sociedad profundamente dividida y gobernada por una élite blanca y multimillonaria.
Hay cerca de doce millones de inmigrantes indocumentados (la mayoría mexicanos, hondureños, salvadoreños y de otros países centroamericanos) y deben aceptar los peores trabajos (aquellos de muy bajos salarios y que los norteamericanos no hacen). Los inmigrantes latinos aportan la mayoría del trabajo agrícola y de servicios, en menor medida de la construcción y la manufactura, a veces en condiciones de semiesclavitud (en ciertas labores agrícolas los peones viven en su lugar de trabajo, encerrados sin poder acceder a los mínimos derechos).

La inmensa mayoría de las personas que entran ilegalmente a EE.UU. lo hacen huyendo de la situación de sus países de origen, sometidos a los dictados económicos imperialistas. Un manifestante latino en Los Ángeles decía: “Es por eso (por el saqueo de Estados Unidos) que somos pobres, porque hay desempleo, pobreza y hambre”.

Sin embargo los trabajadores latinos se han transformado en un sector clave del proletariado norteamericano, son expresión de los “nuevos” sectores de bajos salarios, pocas conquistas y una débil (pero creciente) organización sindical.
La fuerte presencia latina se vio durante la huelga de los supermercados de California en 2004, que movilizó a setenta mil trabajadores y trabajadoras. Uno de los sindicatos más importantes de EE.UU., el SEIU (Empleados de Servicios y Sindicatos Industriales) que agrupa a empleados de hoteles, el sector público y cuidado médico, es uno de que más creció, según ellos llegando a casi dos millones de afiliados, de los cuales dos tercios son inmigrantes latinos. Junto con esto, el año pasado muchos trabajadores latinos participaron (a pesar de las dificultades de la organización) en luchas defensivas así como también en las manifestaciones anti-guerra.

Las leyes racistas del imperialismo norteamericano aumentan la explotación y la opresión

En el tablero político no existe alternativa “progresista” alguna. Por un lado está el sector más conservador, impulsor de la ley HR 4437, que quiere perseguir y deportar a los millones de “ilegales”.
Por otro lado, está la mayoría demócrata y un ala republicana como ala “moderada” acepta la posibilidad de solicitar la ciudadanía para quienes viven hace más de 5 años, paguen una multa y sepan inglés; los trabajadores que no cumplan estos “requisitos” (incluyendo a los millones que llegaron a partir de 2004) serán deportados y deberán solicitar ser “invitados” para trabajar. Bush toma una posición intermedia con su propuesta de “trabajadores huéspedes”, presionado entre mantener su base política conservadora y mantener el apoyo latino, que viene siendo clave en las últimas elecciones.

Una buena parte de los empresarios norteamericanos ve conveniente un programa de “trabajadores huéspedes” (con visas temporales) pues le permite la legalización de mano de obra barata y profundizar la precarización laboral.
Las organizaciones políticas, religiosas, sociales y sindicales que apoyan la movilización, en su mayoría aceptan la propuesta de los “moderados”, lo que muestra una equivocada confianza en el rol de los parlamentarios del Partido Demócrata, que ni siquiera ha roto con los sectores más conservadores. Así siguen demostrando que no son más que un ala del mismo partido: la patronal imperialista.

Aliados estratégicos a ambos lado de la frontera

Por primera vez en casi cuarenta años los inmigrantes de Estados Unidos han salido de las sombras de la ilegalidad, de una forma inesperadamente ruidosa.
Millones de inmigrantes latinos, y en menor medida asiáticos, salieron a decir “No a la reforma que nos criminaliza”. Exigen un derecho básico y elemental que, sin embargo, la “democracia” imperialista se niega a otorgarles: reconocerlos como ciudadanos del país donde trabajan día a día.
Sin embargo, la burocrática central sindical AFL-CIO abandona a su suerte a los trabajadores inmigrantes, mientras crea expectativas en un acuerdo parlamentario de la mano de los demócratas.

La movilizaciones han polarizado aún más a la sociedad norteamericana, como se vio en los despidos de trabajadores inmigrantes que acudieron a las marchas, varias deportaciones y en el suicidio del joven activista Anthony Soltero, de 14 años, amenazado con la cárcel y la deportación de su madre por dirigir la movilización en su colegio.

La movilización de los trabajadores latinos puede jugar un rol muy progresivo hoy en la dura situación que atraviesa el conjunto de la clase obrera, que hoy sufre nuevos ataques a sus conquistas como el seguro médico y las jubilaciones.
Sin embargo algunos sectores han comenzado a mostrar síntomas de cambio, como la huelga del transporte en Nueva York o de la Boeing, que se impuso con duras medidas de fuerza.
La unidad de las filas obreras es hoy una necesidad, frente a la propaganda anti-inmigrante y la política divisionista y racista que históricamente ha utilizado la burguesía yanqui. Cada trabajador inmigrante perseguido y deportado debilitará la lucha del proletariado.

¡Solidaridad con los trabajadores inmigrantes!

¡Abajo las leyes racistas del Estado imperialista!



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