En 1964 el Gral. Barrientos, que era vicepresidente, dio un golpe militar sostenido por Estados Unidos contra Paz Estensoro (que poco antes había iniciado su tercer presidencia). El objetivo central de su dictadura sería derrotar al movimiento obrero, que venía resistiendo con creciente fuerza el giro proimperialista de los gobiernos del MNR y “poner orden” en el país de acuerdo a los planes norteamericanos.
Barrientos buscó construir una base de apoyo social a sus planes contrarrevolucionarios con una demagogia antiizquierdista y el llamado “pacto militar-campesino”, que estableció con la burocracia oficialista de los sindicatos del agro. Al mismo tiempo, recortaba los salarios mineros, prohibía los sindicatos y lanzaba una feroz persecución política.
Los mineros
La resistencia obrera encontró en los mineros su principal expresión, particularmente en Siglo XX, la ex mina de Patiño y principal centro minero del país, donde trabajaban entonces más de 5.000 obreros, la “flor y nata” del proletariado minero que se había batido contra los gobiernos de la “rosca” y los empresarios y que había jugado un papel de vanguardia decisivo en la revolución del 52. Siglo XX había sido también vanguardia en el proceso de ruptura con el MNR durante los años siguientes. Siglo XX era ahora el puntal de la resistencia en las minas, que se extendía poniendo en pie “sindicatos clandestinos” y hasta haciendo asambleas en lo profundo de los socavones. Y esto, pese a la brutal persecución y asesinatos como el del dirigente minero César Lora (miembro del POR muerto el 26 de julio de 1965 por agentes de la dictadura). La rápida recuperación de los trabajadores culminó con la declaratoria de Siglo XX como “territorio libre” en un gesto de desafío a la dictadura.
La guerrilla del Che
Entre tanto, desde marzo de 1967 operaba en la zona de Ñancahuazú el foco guerrillero dirigido por el Che Guevara, lo que conmovió al país y tuvo gran repercusión internacional. Por entonces importantes sectores de la vanguardia estudiantil, entusiasmados por la revolución cubana, rechazaban el podrido reformismo de los viejos partidos comunistas y nacionalistas, y veían una alternativa en la estrategia foquista, aunque cayendo lamentablemente en una concepción equivocada El foquismo los llevaba a despreciar el papel de la clase obrera y las masas y reemplazar el trabajo político entre éstas por un “atajo”: tomar las armas por su cuenta, lo que llevó al sacrificio de generaciones de militantes bajo la brutal violencia estatal en todo el continente.
Los militares, con la ingerencia directa del imperialismo yanqui, emprendieron el cerco y caza del puñado de guerrilleros así como a una sañuda persecución de militantes de izquierda y luchadores obreros y estudiantiles. El intento guerrillero terminaría con el asesinato del propio Che el 8 de octubre en La Higuera.
La masacre
En este marco, el gobierno decidió aplicar un castigo ejemplar a los mineros y despejar el riesgo de un mayor ascenso obrero, cuando quería concentrarse en el aniquilamiento de la guerrilla del Che. De hecho, la masacre minera sería justificada con el pretexto de “combatir el proceso subversivo”.
En la madrugada del 24 de junio, cuando aún no se habían apagado las fogatas de la Noche de San Juan, el ejército lanzó un asalto en regla contra los mineros desprevenidos. Según cita Trifonio Delgado en su obra Cien años de lucha obrera en Bolivia Trifonio Delgado, Cien años de lucha obrera en Bolivia, Ediciones ISLA, La Paz, 1984.: “Aproximadamente a las 5 de la madrugada de hoy, fracciones del regimiento ‘Ranger’ y de la Policía Minera ocuparon los distritos mineros de Catavi y Siglo XX produciéndose tanto en la ocupación como en las fricciones armadas con los trabajadores, 16 muertos y 71 heridos.
Se dijo que mientras los trabajadores y sus familias se encontraban aún alrededor de la fogata de San Juan, esta madrugada se escucharon nutridos disparos de fusilería, ametralladoras y explosiones de dinamita, que se prolongaron hasta las 6.30 horas. El fuego provenía de las faldas del cerro San Miguel, por donde descendieron fuerzas del Ejército para ocupar los campamentos, dándose en esta acción las mayores bajas, sobre todo en el campamento denominado ‘La Salvadora’. Las fuerzas del Ejército llegaron hasta la Plaza del Minero y ocuparon la sede sindical y Radio ‘La Voz del Minero’. En este último local había trabajadores que resguardaban sus instalaciones y con quienes chocaron los ocupantes. Luego de la ocupación se declaró a los distritos de Siglo XX y Catavi ‘zona militar’ -en sustitución de la ‘zona libre’- intensificando la vigilancia del Ejército en las trancas y puntos de acceso.” El Diario, 24/06/1967.
Hubo aún algunos intentos de resistencia obrera: los mineros alcanzaron a reunirse en lo profundo del socavón y declarar un paro de 48 horas mientras la indignación crecía en el país. Pero la represión continuó con saña; en julio fue apresado Isaac Camacho, dirigente minero trotskista, y asesinado luego de ser brutalmente torturado.
Hacia el gran ascenso de 1969-71
Sin embargo, la masacre no alcanzó a aplastar al movimiento obrero ni a consolidar la dictadura. En 1969 Barrientos murió en un sospechoso accidente aéreo y tras un breve gobierno del vicepresidente Siles Salinas, tomó el poder el Gral. Alfredo Ovando Candia, Jefe de Ejército, estrecho socio de Barrientos y por tanto un responsable central de la masacre de San Juan y en el asesinato del Che. Sin embargo, es defendido hasta hoy por los reformistas como ejemplo de “militar patriota” porque intentó un breve giro nacionalista. Ovando no pudo estabilizarse y el nuevo ascenso obrero y popular, nuevamente con los mineros a la vanguardia, conduciría al “trienio revolucionario” de 1969-71, de intensa lucha de clases y radicalización política, donde estaría nuevamente planteada la posibilidad de conquistar el poder por los trabajadores y campesinos.
Por Eduardo Molina