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La nueva Constitución y la situación de la mujer

 

DESDE EL GOBIERNO se dice que con la aprobación de la nueva Constitución, se logra el reconocimiento de la mujer y sus derechos, de que habrá igualdad de derecho al trabajo y al estudio, acceso de la mujer a la tierra, etc., pero aunque se reconozcan formalmente ciertos derechos (lo que por otra parte, ya hacía la legislación anterior) la mujer sigue subordinada y oprimida.



Se constitucionaliza el acceso a la tierra para la mujer campesina e indígena pero en anteriores legislaciones agrarias ya se hablaba de “equidad de género” en la tenencia de tierra. Si con la titulación existe el riesgo de quebrar el sistema comunal por la subdivisión de la parcela heredada que por ley debe ser aplicada, ¿cómo lo asumirán las autoridades comunarias? el derecho a la tierra dentro la comunidad siempre ha privilegiado a los hombres por normas internas (usos y costumbres). Este tema ha quedado a medias, mientras continua el trabajo agotador de la mujer campesina que atiende el hogar, trabaja su chacra, debe cumplir sus cuotas de trabajo con la comunidad...

El nuevo texto señala en el Artículo 15 que “Todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual o psicológica, tanto en la familia como en la sociedad.” Pero este simple enunciado contrasta con una realidad cotidiana de abusos, violaciones, maltratos y hasta asesinatos, que el 53.3% de las mujeres padecen bajo distintas formas. Las instituciones como la policía, instancias como las “brigadas familiares”, el sistema de justicia, mantienen la misma estructura burocrática al servicio de este Estado burgués que se asienta en la explotación y la opresión.

Y lo que es peor, la nueva constitución ‘funcionaliza’ más la condición de la mujer al papel reproductivo, que a sus verdaderos derechos sexuales. Por ejemplo, en el Artículo 45 se dice: “Las mujeres tienen derecho a la maternidad segura, con una visión y práctica intercultural; gozarán de especial asistencia y protección del Estado durante el embarazo, parto y en los periodos prenatal y posnatal.” Si se embaraza tendría asistencia y protección por el estado pero no tiene la opción de interrumpir el embarazo indeseado, por violación o incesto.

Aunque en el Art. 66. “Se garantiza a las mujeres y a los hombres el ejercicio de sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos”, en la práctica seguimos sometidas a un sistema de valores sociales y normas jurídicas del que son “guardianes” los jerarcas de la Iglesia al servicio de la clase dominante, que se creen dueños de nuestros cuerpos y nos hablan desde “el respeto a la vida desde la concepción”. El MAS les ha hecho muchas concesiones en el texto constitucional.

Esto, a pesar de que se practican 30 a 40 mil abortos al año. Sólo una pequeña parte de las mujeres ricas tiene acceso al “aborto terapéutico” en condiciones sanitarias adecuadas; pero las mujeres trabajadoras, amas de casa, campesinas, deben arriesgarse a abortos clandestinos mal practicados en condiciones insalubres, por lo que muchas sufren consecuencias y hasta mueren. Por eso decimos ¡Nosotras somos las únicas que podemos decidir cuando y cuantos hijos queremos tener! ¡No más mujeres muertas! ¡Se necesita educación sexual para todos y todas, anticonceptivos para no abortar y aborto libre y gratuito para no morir!

¿Y qué pasa con las mujeres trabajadoras independientes, gremialistas, etc., que no tienen ninguna protección? ¿O con las trabajadoras asalariadas, a las que no se les asegura estabilidad laboral ni ‘seguridad social’, ni siquiera igual pago a igual trabajo que los hombres? Muchas de ellas son “jefas de hogar” y único sostén de sus familias, pero son también las primeras en sufrir los efectos de la crisis económica internacional que ya comienza a impactar en el país, con el desempleo, la carestía de la vida, los abusos de los empresarios, que nos explotan extendiendo la jornada laboral, no cumplen nuestros derechos de pos y prenatal, no respetan el derecho a la sindicalización ni el fuero sindical. Nada podemos esperar de esta Constitución que es producto de un pacto con la burguesía y los terratenientes.

Nosotras recordamos el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, como un día de ‘rebeldía’ y movilización de las mujeres contra la opresión como mujeres y contra la crisis capitalista que está comenzando a golpear nuestros hogares con la subida de precios de la canasta familiar, el congelamiento de los salarios y los despidos, y nos amenaza con más hambre y miseria.
Las mujeres debemos organizarnos y movilizarnos, en nuestros centros de estudios, colegios y universidades, en los lugares de trabajo, fábricas, talleres y empresas, como en los barrios populares y comunidades, para luchar por nuestros derechos y contra la opresión como mujeres al mismo tiempo que sumar fuerzas para enfrentar como parte de la clase obrera y el pueblo pobre a los ataques con que los capitalistas y al imperialismo querrán hacernos pagar los costos de una crisis, de la que son ellos los responsables.

Por Nadezda y Tatyana



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