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La lucha por la Asamblea Popular


La reunión en El Alto fue un primer paso, pero hay que profundizar este camino
 

Después del masivo Cabildo Abierto del lunes 6/06, la idea de una asamblea Popular comenzó a tomar cuerpo en los sectores avanzados. Tras una reunión de dirigentes en la COB, donde con participación de la FSTMB (mineros), magisterio y otros sectores se propuso un “Comando político”, se convocó el miércoles 8 a la sede de FEJUVE alteña para impulsar la formación de la “Asamblea Popular Nacional y Originaria”, como se propuso llamarla.
En la nueva reunión participaron algo más de 150 personas, en representación de una 60 organizaciones. Estuvieron presentes los dirigentes Abel Mamani (FEJUVE) y Edgar Patana (COR), dirigentes sindicales mineros y del magisterio paceño, los petroleros de la estratégica planta de Senkhata, representantes campesinos del Altiplano paceño, gremiales, del Movimiento Sin Tierra (MST-B), de los desocupados de La Paz y El Alto, de la UPEA y otros sectores.

Las corrientes políticas presentes fueron el POR-Masas (Partido Obrero Revolucionario) y nuestra organización, la LOR-CI.

Tras el debate político se resolvió conformar “la Asamblea Popular nacional y originaria como instrumento de poder popular”, con una “dirección transitoria de COB, COR, FEJUVE, CSUTCB, FSTMB y los gremiales” rechazando toda trampa burguesa, como el adelantamiento de elecciones, y se adoptaron, entre otras resoluciones, dos de suma importancia:

La 4º , que planteaba que Asamblea debe fortalecerse con delegados de base elegidos en asambleas y cabildos locales, y conformar Asambleas Populares departamentales y locales.

Y la 5º que dispone conformar cuatro comisiones: Comisión política, de Prensa, de Autodefensa y de abastecimiento, estas dos últimas, a todo nivel (vecinal, distrital, etc.).
Estas dos resoluciones abrían el camino para desarrollar efectivamente una Asamblea Popular que pudiera unir el conjunto de las masas movilizadas, convertirse en un órgano de poder obrero, campesino, originario y del pueblo pobre y, a través de las asambleas locales y los comités de autodefensa y de abastecimiento, permitir que las masas comenzaran a tomar en sus propias manos los problemas más urgentes de la movilización, como eran precisamente la autodefensa contra la creciente represión policial y militar y los brotes fascistoides (como la Juventud Cruceñista) y la organización del abastecimiento tras un mes de dura lucha que comenzaba a afectar a los sectores más humildes (con la falta de garrafas de gas para cocinar, por ejemplo).

La profundidad de la crisis misma y la radicalización del movimiento de masas empujaron a los dirigentes nacionales a coquetear con la idea de una asamblea popular, pero no estaban dispuestos a avanzar mucho por este camino. No habían pasado 24 hrs. cuando Abel Mamni y Edgar Patana, por ejemplo, comenzaron a desdecirse públicamente y boicotear la iniciativa de constituir comités de abastecimiento y autodefensa a nivel de las juntas vecinales y distritos alteños.

Tras la “solución constitucional” en Sucre y el llamado a la tregua del MAS, se levantaron las medidas de lucha y los dirigentes aprovecharon para “olvidar” las resoluciones sobre la Asamblea Popular y los comités. Hasta ahora, los dirigentes no han propuesto ningún nuevo paso. Pero en realidad, la Asamblea Popular es más necesaria que nunca, para que el movimiento de masas pueda debatir y decidir cómo enfrentar al gobierno Rodríguez y continuar la lucha por la nacionalización del gas y demás demandas, cómo prepararse contra nuevos aprestos represivos y cómo orientarse hacia una salida obrera y campesina a la crisis nacional.

Las direcciones y la Asamblea popular

El MAS fue completamente hostil a la idea misma de una asamblea Popular desde el principio, considerándola “un delirio ultraizquierdista”. Para Abel Mamani, Edgar Patana y otros, su presencia en la reunión del 8 fue tan sólo de un gesto “izquierdista” para chantajear al Parlamento en el momento que este parecía dispuesto a consagrar a Hormando presidente.

Para Jaime Solares (COB), la Asamblea Popular es una fórmula autoproclamatoria, desde la que presionar y esperar que surja algún militar nacionalista al que brindarle el apoyo. En su lógica sindicalista, la Asamblea Popular debería reducirse a la agregación de diversas fuerzas en torno a la estructura de la COB, las CODes y CORes, apuntalando el control de la cúpula cobista.

Pero para que surja una Asamblea Popular como forma efectiva del poder de las masas, contrapuesto al poder estatal en crisis de la burguesía, hace falta desarrollar la más amplia autoorganización de masas según los métodos de la democracia obrera directa. Y esto es a lo que temen los “altos dirigentes” burocratizados, pues impediría su política de presiones y conciliación de clases reformista. Lamentablemente dirigentes como Wilma Plata (magisterio urbano de La Paz) y su partido, el POR, pese a que retomaron tardíamente la consigna de una asamblea popular, se adaptan a la “disciplina sindical” de la burocracia y así, no combaten efectivamente sus maniobras. Por eso no armaron a las células sindicales de base del magisterio para ser los agitadores y organizadores de los comités y de las asambleas locales en cada barrio popular.

Hay que continuar la lucha por una genuina Asamblea Popular

Por eso, sin dejar de exigir a las organizaciones de masas que impulsen la convocatoria a la Asamblea Popular y la formación de comités a todo nivel, sin depositar la menor confianza en los dirigentes y sus discursos, impulsar efectivamente la elección de delegados de base para la Asamblea Popular a nivel local, departamental y nacional y poner en pie cientos de comités de autodefensa y de abastecimiento debe ser tomada en sus manos por los dirigentes y organizaciones de base, por los luchadores que en barrios, centros de trabajo y de estudio y comunidades, veían la necesidad de ir más allá de la política trazada por los altos dirigentes.

Pese al reflujo de la movilización, la necesidad de la Asamblea Popular y del desarrollo de todas las formas de autoorganización de masas, como los comités, así como de la más amplia democracia obrera al interior de las organizaciones existentes (sindicatos, juntas vecinales, organizaciones campesinas, etc.) siguen estando planteadas como tareas centrales.

Es necesario que la vanguardia saque todas las lecciones, que no permita a los dirigentes “borrar” estos primeros pasos, y por el contrario, defenderlos, preparando así el terreno para que al calor de una nueva ofensiva de masas, una Asamblea Popular organizada desde abajo y a todos los niveles y basada en la más amplia democracia obrera surja como efectiva expresión de los órganos de poder que la marcha de la revolución boliviana demanda para triunfar.



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