Un hecho prácticamente desconocido por la prensa pero de suma importancia fue la participación en esta nueva “guerra del gas” de los trabajadores petroleros de Senkhata . Esta estratégica planta, de la que depende el abastecimiento de combustible y de gas en garrafas para las ciudades de La Paz y El Alto, no sólo estaba completamente bloqueada por fuera por los vecinos alteños, con zanjas y barricadas para impedir que un solo camión saliera del establecimiento.
El hecho nuevo es que los trabajadores petroleros estaban en huelga.
Como informó su sindicato en la reunión del 8 de junio en El Alto, convocada para impulsar la Asamblea Popular nacional y originaria:“Los camiones están aguardando, pero las garrafas están vacías, y no las llenaremos”. En esta reunión se inició una importante discusión sobre cómo coordinar para abastecer a los barrios populares, la que de hecho planteaba el control obrero de la producción y distribución, junto a las juntas vecinales en el marco de los comités de abastecimiento cuya conformación se aprobó en la reunión.
Lamentablemente, estas valiosas iniciativas no llegaron a ser puestas en práctica debido a la oposición de Abel Mamani y otros dirigentes -en un momento en que miles de familias alteñas ya necesitaban satisfacer necesidades elementales (como el gas para cocinar) para continuar la lucha-, y por el levantamiento de las medidas ese fin de semana.
Sin embargo, no deben ser olvidadas, pues serán de gran utilidad en las próximas luchas.
Por un lado, aunque en pequeño y sin desarrollarse, la experiencia iniciada en Senkhata muestra el enorme potencial de la alianza obrera y popular en acciones concretas como hubiera sido la distribución de gas bajo control obrero y vecinal. Además, la huelga activa, la ocupación de las grandes empresas capitalizadas por sus trabajadores y el control obrero de la producción y distribución se muestran como medidas de lucha de enorme valor.